El lenguaje es acción y define realidades, por este motivo es fundamental tener un lenguaje inclusivo y empático para referirnos a las personas con discapacidad. Esto también modifica la manera de pensar a la discapacidad.
“El uso incorrecto del lenguaje, así como un enfoque inapropiado, estigmatiza y discrimina. Esto nos atrasa como sociedad en la inclusión de las personas con discapacidad”, se describe en la Guía de lenguaje adecuado sobre temas de discapacidad la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDis).

Antes que nada, es importante preguntar a la persona cómo prefiere ser llamada y respetar su elección. Hay un consenso a nivel mundial en que lo correcto es usar la expresión “persona con discapacidad”, esto reconoce que la discapacidad es solo una característica más de la persona, y no su rasgo definitorio. Por ende hay que descartar el uso de “discapacitado/” o “minusválido/a”.
La Defensoría del Público recomienda para el Tratamiento Responsable de la Discapacidad en los medios de comunicación el uso de: persona con discapacidad, persona ciega, persona con discapacidad visual, persona con baja visión, persona sorda, persona hipoacúsica o con hipoacusia, persona usuaria de silla de ruedas, persona con paraplejia, hemiplejia, tetraplejia, persona con discapacidad motora, persona con discapacidad intelectual, persona con discapacidad psicosocial o mental, persona de baja talla.
Positivo sobre negativo
Hay que evitar frases como “sufre de” o “está afectada por” y reducir a la discapacidad a un sufrimiento constante. Las personas se encuentran en “situación de discapacidad” a consecuencia de las barreras del entorno.
Por ejemplo, muchos usuarios de sillas de ruedas ven su silla como un instrumento de movilidad, no como una limitación. Por eso, es apropiado el término ‘usuarios de silla de ruedas’.”
¡Basta de eufemismos!
Hay que dejar de lado el uso de eufemismos, diminutivos, sustantivos y adjetivaciones, tales como “personas con capacidades especiales”, “personas con capacidades diferentes”, “paciente”, “lisiado/a”, “inválido/a” y “no vidente”, “sordito/a”, entre otros. Estas términos propician el etiquetamiento y la segregación de las personas con discapacidad de la sociedad.
En definitiva, el lenguaje está en constante evolución, y estas recomendaciones pueden cambiar con el tiempo, lo fundamental es siempre mostrar respeto y empatía hacia las personas con discapacidad y reconocerlos como miembros plenos de la sociedad, como reza el lema de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad: “Nada sobre nosotros sin nosotros”.


